lunes, 29 de febrero de 2016

Expectativas


 


Pucha, como te extraño...
Bueno, ya se me pasará.

Debo estar ocupada, trabajar duro, llenarme de proyectos y tiempos limitados. Porque si me quedo demasiado quieta, pienso. Y el pensamiento me hace extrañarte.
Y sin embargo, si trabajo lo suficiente como para estar activa, el pensamiento está muy ocupado como para recordar. Tú eres un recuerdo ya.

Extraño tu compañía.
Me gustaría llamarte e inventar una excusa, como ya lo he hecho antes.
Sufro pensando en que tal vez ya estás lejos y ocupado, y no me queda más que hacer lo mismo; ocuparme.
Y luego de recordar, lo fácil que es olvidarte cuando estoy ocupada, puedo seguir adelante; aun así, tengo presente la posibilidad de una visita al psiquiatra, para empastillarme y sacarme de un 2 x 3 el veneno de tu amor, como dice Ramazzoti.

No debo amarte más; no de esta forma. No más que a mí.
Pero te extraño… y no puedo evitarlo.
La pregunta es, por qué me engaño… 

Por qué te extraño, si tú me haces sufrir?
Y, por qué me haces sufrir?

El sentir no es un descanso.
Tengo miedo a sufrir; lo siento en el pecho. Por lo demás, sufro fácilmente. 
Es como si tuviera un caudal de sentimientos tristes dentro de mi. 
Como si nunca se fuera a acabar.

Me haces sufrir porque no cumples mis expectativas.
Puedo vivir sin expectativas?
Tendría que experimentarlo para saberlo.
Tendría que sentirlo.